Hoy en la mañana abordé mi típico camión hacia mi defectuoso destino. En dicho camión encontrábase un chalán, quien en encuentros anteriores me había parecido un sujeto vulgar, maleducado y desechable. Esta vez su proceder fue diferente se presentó amable y atento.
Entonces, me dije ¡ah chinga! o este chango acaba de coger y anda feliz o alguien le rompió el hocico por ser un pelmazo.
Voltee a verlo de nuevo. En definitiva fue la segunda opción.